En 2009 la élite global lanzó una campaña de terror mediático, CNN a la cabeza, advirtiendo sobre la supuesta terrible amenaza que comportaba la influenza pandémica A H1N1. Gigantescos segmentos de la población mundial fueron llevados al abismo de la depresión y la paranoia, especialmente en el sufrido y noble México, tenaceados por el horrible rostro de una alerta roja que sirvió de base y justificación discursiva para inocular en millones de organismos humanos la fórmula o antídoto de esa gripe. El apéndice de la ONU, la Organización Mundial de la Salud (OMS), impuso a los gobiernos del planeta la adquisición de millones de dosis de la vacuna, pingüe negocio en el que se cebaron las arcas de las multinacionales farmacéuticas poseedoras del monopolio de la patente de la fórmula, entre cuyos propietarios figura el criminal de guerra y genocida Dick Cheney, socio y aliado de la taimada camarilla promotora de la guerra de los Bush. Muchos incrédulos soltaron la carcajada cuando fueron advertidos por medios electrónicos y blogueros no controlados por las mentirosas cadenas de televisión, radio y prensa, de que todo el entramado esquizofrénico de esa perversa campaña sanitaria perseguía además la distracción de la gente del latrocinio de la gran crisis financiera de 2009, por demás otra crisis artificial orquestada para expoliar a los ahorrantes, reducir el poder adquisitivo de la gente, crear caos y luego justificar controles severos contra la población. En adición del aspecto lucrativo de esa crisis artificial sanitaria, se escondía otra agenda de carácter subterráneo: la experimentación científica de los grandes centros del poder sobre millones de atemorizados seres humanos.
Ahora, con gran tristeza observamos que los efectos colaterales de las vacunas están comenzando a surgir casi dos años después: LA NARCOLEPSIA. La Narcolepsia provoca que una persona se quede dormida repentina e inesperadamente. En muchos países de Europa ya ha comenzado a mostrarse esos efectos, los cuales se vinculan con la vacuna de la gripe aviar.
Muchos fuimos los que nos sumamos a denunciar esa campaña de vacunación desde cada uno de nuestros países, y muchos fuimos, aunque pocos, los que no autorizamos a los centros educativos a los que asisten nuestros hijos a la inoculación del veneno. La humanidad ha sido convertida en un gigantesco laboratorio de conejillos de indias. De lo que se trata es de desequilibrar el código genético humano, de carácter sagrado, para degenerar hasta los niveles más bajos a la población global. Ahora es la narcolepsia, pero esperemos los efectos cerebrales que sobre la población más joven generará la vacuna, tales como desórdenes hormonales (factor clave para generar niños homosexuales), una población amorfa incapaz de pensar por sí misma.
Fue por ello por lo que a los gobiernos se les instruyó claramente a que vacunaran en primer término a las mujeres embarazadas y a los niños menores de 10, luego a los adultos y con posterioridad a los ancianos: recuerdan ese detalle? Ese rango de vacunación no fue casual, pues los malditos enemigos de la humanidad que controlan las agencias internacionales están claros en que no pueden permitir el levantamiento de una próxima generación sana, pensante, valiente, crítica.
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